martes, 20 de diciembre de 2011

Disertación de los libros de Günter Wallraff: Cabeza de turco y El periodista indeseable

Günter Wallraff, escritor, periodista y como se deduce de sus reportajes, activista social. Es la voz de aquellos que la sociedad les ha quitado la palabra. Lo contó en su antología de reportajes "El periodista indeseable" y en "Cabeza de turco" en la década de los 70. Para ello no dudó en disfrazarse e infiltrarse allí donde su afán justiciero se hacía más necesario, entre los inmigrantes y los desposeídos.

En 1963 Günter Wallraff llamado a realizar el servicio militar se declaró objetor de conciencia, pero su solicitud fue rechazada. Ante la negativa de coger un arma fue ingresado en el departamento de psiquiatría del hospital Bundeswehr en Koblenz. Para soportar la situación a la que fue sometido decidió escribir sus experiencias en un diario para que la sociedad pudiera leerlo. El escritor Heinrich Teodor Böll le animó a seguir escribiendo debido a la desesperación de Wallraff cuando es despedido debido a ser diagnosticada una personalidad anormal “no apta para la guerra y la paz”.

Estos dos hechos, tanto contar el trato injusto que estaba recibiendo y el de seguir escribiendo, son decisivos para sus libros posteriores y el tipo de periodismo que lleva a cabo.

Este tipo de investigación, basada en una vivencia extrema de la realidad, tiene antecedentes en los procesos de investigación de algunos escritores y periodistas. Cabe destacar a Nelly Bly, Upton Sinclairp o Jack London. Este último como uno de los narradores que más se interesó en vivir diferentes experiencias para después poder escribir sobre ellas. Posteriormente, fueron muchos los creadores que tuvieron una relación más o menos duradera con el mundo periodístico, y que se interesaron por una vivencia en primera persona de la realidad que deseaban narrar. Sin embargo, por encima de las técnicas utilizadas para recabar la información y documentar el escrito, me interesa incidir en el propio texto en sí del libro Cabeza de Turco. La narración, con el tono extremadamente realista, crudo y directo, obtiene un seguimiento claramente emocional por parte de lector. De la misma forma que los novelistas realistas franceses de finales del S. XIX proponen mostrar crudamente la realidad, para conseguir de esa forma una emoción que posibilite cambios sociales, el autor logra ofrecernos, aún más dando sus escritos como testimonio personal, la sensación de estar mostrando una realidad absoluta, una visión cruda de la situación humana. De la misma forma que nos muestra el cuadro completo que está viendo Alí, también nos deja con la duda de si su relato es válido como investigación periodística, al estar absolutamente anegado por la realidad que ha tenido que vivir bajo un único punto de vista. Debemos tomar consciencia del hecho de que una visión tan parcial del problema puede ocultar otras realidades, sin permitirnos tener una concepción global del conjunto.

El rechazo llega incluso dentro de la Iglesia. Wallraf caracterizando a Alí quiere bautizarse y uno de los sacerdotes le ponen trabas de todo tipo metiendo al obispo por medio, formulando preguntas hipócritas, pseudocristianas e inquisitoriales para terminar negándole el bautismo. Hasta que llega a una Iglesia donde un joven sacerdote no le pone ningún pretexto para bautizarle. Un sacerdote que era de Polonia y sabía lo que era ser un extranjero perseguido se presta a ayudar a Alí, incluso si tiene problemas con la policía de extranjeros. ¿Este comportamiento verdaderamente cristiano le viene de la experiencia vivida, de la empatía que siente por Alí?, ¿Y el resto de sacerdotes que le niegan el bautismo actúan por miedo, por xenofobia o por la doble moralidad?


ESQUEMA DEL LIBRO
El libro “Cabeza de Turco” se divide en catorce capítulos con un título, en la mayoría seguido de un subtítulo y con una cita de autor que da sentido al desarrollo del capítulo y al título escogido. El hecho de entremezclar descripciones de escenas con reflexiones, diálogos, testimonios de obreros que han soportado estas duras condiciones laborales, informes que justifican los hechos como la inseguridad en la empresa Adler y alguna que otra fotografía de los diferentes trabajos por los que pasa el personaje de Alí son elementos que convierten al texto en reportajes que denuncian una realidad que viola los derechos de los inmigrantes turcos.

A lo largo de casi todo el libro el narrador utiliza la primera persona, siempre entre paréntesis aclarando que actúa con la identidad de Alí. Sin embargo, en algunos momentos, narra determinados fragmentos en tercera persona. Este cambio es muy significativo, ya que le sirve para disociarse de su personaje. Durante la mayor parte del texto, el autor no se permite realizar juicios de valor, comentarios u observaciones que no haría Alí. Esa búsqueda de la objetividad narrativa, a través del sujeto elegido, hace que no pueda realizar ningún tipo de juicio como observador imparcial externo. Al disociarse, sin embargo, sí puede mostrar la situación que están viviendo, bien bajo el prisma de un narrador omnisciente, o bien bajo la mirada del periodista que sufre la situación del sujeto.

Wallraff al meterse en el personaje turco, Alí, permite contarnos determinadas cosas desde la subjetividad, desde las experiencias vividas. Una de las declaraciones de Wallraf como Alí dice: “Hay que haberlo vivido: aun después de haberte duchado se concentra todo en los pulmones y ahí se queda. Por fuera estás limpio, sí, pero por dentro… todo está dentro.”

Günter Wallraff se defiende diciendo: “yo no era un turco auténtico, eso es cierto. Pero hay que enmarcararse para desenmascarar a la sociedad, hay que engañar y fingir para averiguar la verdad”.

¿El periodista se tiene que convertir en actor para denunciar una injusticia latente y a la vista de la sociedad?, ¿Pierde la objetividad al contar la historia cuando interpretar un papel? No está solo como observador sino como actor y provocador de situaciones. Lo mismo ocurre en todos los reportajes recogidos en el libro El Periodista Indeseable. Actúa de obrero, neonazi e incluso de periodista de prensa amarilla.

En varias ocasiones teme por su vida. En determinadas situaciones teme ser descubierto: Wallraff es observado por un compañero cuando se detiene brevemente a tomar notas. Pero este se hace cómplice de la situación. El mayor miedo lo pasa cuando casi es desenmascarado por el empresario Adler cuando Wallraff , interpretando el papel de Alí, hace una señal al fotógrafo y el dueño de la empresa se percata.

Ante los neonazis en un partido de fútbol donde se ve obligado a dejar de hablar en alemán, a pesar, los fanatizados hinchas en ningún momento dejan de considerarlo extranjero y le echan cigarrillos en el pelo y cerveza en la cabeza. Acciones vistas normales en una sociedad que nadie denuncia ni defiende a la víctima ¿por miedo o por qué comparten las mismas ideas? Como dice Wallraff en una de sus citas sacadas de un texto perteneciente a un anuncio de McDonald´s : “Quién no se preocupa por mirar, se vuelve ciego a la verdad”.

En los trabajos que realiza corre un riesgo elevado al estar en contacto con materiales nocivos para la salud como el amiento, realizando labores de limpieza y otras que para ser ejecutadas necesitan posiciones corporales forzadas a lo largo de horas. Y todo ello en condiciones de trabajo desfavorables. Mugre, humo y polvo que contiene plomo, cadmio o mercurio respira durante horas limpiando máquinas. Le producen vómitos, desmayos, le quita el apetito, bronquitis, gastritis, trastornos circulatorios y un largo etcétera.

Debido a la lesión de hombro y a la bronquitis que coge en la empresa Thyssen no puede seguir trabajando de obrero y decide seguir poniendo su vida en peligro al aceptar ser cobaya humana para la industria farmacéutica. Ser conejillo de indias le supuso que las encías de la mandíbula inferior se inflamaran y supuraran. Al pasar esta etapa su propuesta es que debería aprobarse una ley que obligara a quienes obtienen mayores ganancias en la industria farmacéutica a prestarse a que los ensayos se realicen en sus propias personas. ¿Para hacer esta propuesta se necesita pasar por el experimento?

Wallraff justifica su periodismo de denuncia e investigación diciendo que escribe desde el punto de vista de las víctimas. Para mostrar una realidad como periodista no creo que sea necesario actuar bajo un papel y adoptar otra personalidad durante un tiempo limitado. Incluso en Cabeza de Turco recoge unas declaraciones de un obrero en la empresa Thyssen que ofrece el punto de vista de la víctima: “¿Qué es lo peor de mi vida? Pues estar ahora aquí trabajando en Thyssen para la empresa Adler, esto es lo peor de lo peor, más le valdría a uno morirse”.

No se puede negar a Wallraff el logro de sus objetivos en los reportajes de denuncia social, se le pueden criticar las formas, pero no la nobleza de sus causas. Para Günter lo importante es no quedarse solo en la publicación del reportaje sino que tuviera efecto en la sociedad y consigue entre otros logros que cambie la ley y las condiciones laborales, se origina polémica, conciencia social, se crean fundaciones… Pero, ¿están justificados los medios para conseguir el fin, la denuncia al trato de los turcos en Alemania? En la introducción del Periodista indeseable se recoge que “el fin justifica todos los medios y que así se disuelve todo sentido de la responsabilidad”. ¿Se puede disolver tan fácilmente la conciencia de una persona y valorar las consecuencias de sus actos? ¿Wallraff ve la denuncia de estos hechos injustos como persona responsable y consciente que cumple con sus obligaciones en la denuncia a la violación de derechos humanos? Al final del libro se recoge en anexos los diferentes juicios por lo que ha pasado Wallraff por el tipo de investigación que realiza y es consecuente y responsable ante lo que se le venía encima con su publicación.

Otra polémica abierta es si el periodismo que desarrolla Wallraff es periodismo sensacionalista. Podemos considerarlo sensacionalista por querer obtener a toda costa una gran repercusión social, por difundir información polémica y el hecho de producir sensaciones, emociones o impresiones tras esconderse el periodista en un disfraz de víctima.

También es llamativo el cambio en la traducción del título del libro Cabeza de Turco. Su traducción literal sería “Abajo del todo”. Se puede deber al dicho “eres un cabeza de turco”, apelativo que recibe alguien cuando es objeto del daño y de acusaciones de las que son culpables otros. Aunque esta expresión no fue acuñada por las injusticias que sufrían los turcos en la época industrial alemana, sino de mucho antes, de la época de las Cruzadas; cuando los cristianos lograban una victoria cortaban la cabeza de los turcos y las colgaban en un mástil de barco o en una lanza y recibían toda clase de acusaciones.


Y El Periodista Indeseable, fue un título elegido por Wallraff porque decía que era el nombre que recibía por aquellos empresarios para lo que había trabajo infiltrado, pero era un periodista deseable por la clase obrera ya que era la voz de ellos. El único arma con el que contaban para la denuncia y poder salir de esta vida laboral tan lamentable, donde las derechos humanos no eran tenidos en cuenta.

El Periodista Indeseable cuenta con una introducción realizada por Klaus Schuffels. Una gran reflexión sobre la forma y el tipo de trabajo que realiza Wallraff. Lo define como “el creador de una forma de expresión que procede tanto del periodismo como de la literatura y que ha demostrado ser un poderoso instrumento de agitación”. Unos de los subtítulos que tiene la introducción ya es muy significativo: “La literatura, arma de la lucha de clases”. Competir en el plano económico o político con los dueños de las empresas es batalla perdida, encontrar un arma tan potente, barata y en cierto modo fácil de difundir es un arma peligrosa para los patronos. Y también destaca los anexos que cuentan las consecuencias que tuvo la publicación de los reportajes. Consecuencias con las que Wallraff ya contaba como periodista responsable y comprometido con la sociedad utilizando medios de investigación muy cuestionados hoy en día.