Amanecer que vienes, te acercas, me palpas, me atraviesas. Su
luz me ciega, me enciende el ardor de la ilusión. Todo se vuelve claro, nítido
como mis ojos cuando evidencian la energía que permanece quieta, escuchando los
latidos, la inspiración, los suspiros… Todo silencioso, cantos lejanos se
entremezclan con el olor a jazmin que envuelve mis sábanas resbalando entre mis
piernas. Vuelve la magia, el dulzor entra por cada poro, gozando y esbozando un
tatuaje hasta que controla mi cuerpo. Todo es posible, todo se activa, todo se
ordena, todo se adapta, todo sobrevive… todo reside en mi.
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