Cuando los sueños son destronados,
la humillación se hace patente,
y la angustia desbordada se apodera de ti.
Sientes que te persigue, te ahoga, te hiere.
La culpabilidad te nubla, te ciega.
Y los autorreproches te impactan con un sabor amargo.
Te posee la vigilia persistente,
y las creencias cegadoras, malolientes, agrias,
puntiaguadas y cortantes te oprimen.
Corre deprisa, no miras hacia atrás, huye.
Volverán! Sé valiente y desafíalos.
Tan solo tu blanca barca y el fogonazo de tu mirada son
suficientes para liberarte.
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